sábado, 31 de marzo de 2007

La vida en Punta del Diablo

Hace calor y humedad, mucha humedad. Me levanto de la cama y recorro los escasos 100m. que me separan de la playa, un chapuzón de buenos días en el Atlántico, quita sudores fetén. De vuelta a la cabaña, hora de preparar el desayuno, que tal unos creps? Perfecto, hoy, como ayer y como mañana, no toca pedalear así que me tomo el tiempo necesario para preparar algo rico, rico, qué mejor que unos creps bañados en dulce de leche. La múica a tope de la casa de al lado anuncia que los vecinos se levantaron ya.
Al súper, unas cervecitas a media mañana con una panda de nuevos amigos siempre entran suaves y más desde una terracita frente al mar. Unas charlas, unas risas... hay que hacer tiempo antes de ir a currar, hay que ganarse el pan.
A esto le llamo currar para ganarse el pan? me pregunto cuando la marea ha bajado lo suficiente y me encuentro sentado sobre unas rocas recogiendo y limpiando mejillones, ingrediente base para multitud de recetas y que se encuentran por doquier y del gratelo, clarísimo está!
Que toca hacer después de preparar uns musclus de roca y un invento que salió más que bien, creps rellenos de salsa mejillonera ( ese chef catalán!) aparte de zampar? Pues nada, la verdad. Una siestecita, leer un poco, escribir otro poco, un largo paseo por playas vírgenes, quizás compartir una (s) botella (s) de vino, cocinar de nuevo o tal vez ir de restaurante pero el cenar que no me lo quite nadie.
Ay, sí señor! esto son vacaciones me digo, relajadísisimo tomando la última (?) cerveza del día cuando éste hace tiempo que dejo paso a la noche. Vacaciones durante las vacaciones? pregunta una voz irónica. Pues áhora que lo dices sí y vaya vacaciones dentro de qué vacaciones!!

lunes, 26 de marzo de 2007

Colonia del Sacramento

Nada más llegar a Colonia del Sacramento me llevé uno de los peores sustos del viaje. Me explico. Paseando por esta bellísima Colonia, Patrimonio de la Unesco, bajo un sol buenísimo, con tango sonando de fondo, un bonito faro frente al rio de la Plata me hace alzar la vista para disfrutar de su majestuosidad y del lindo cielo uruguayo, el espíritu encantado con el festín de tranquilidad y paz del paseíto. Qué bonito es Colonia! pienso mientras poco a poco hago retornar a mi ser a tierra firme y a mis ojos a fijarse en ella, cuando ZAS!!!!! el susto.
Sí amigos, entre todas esas casitas del siglo XVII de colores pastel, el empedrado inmaculado y un interminable mosaico de flores hacen acto de presencia dos guardias civiles!!!! Me froto los ojos y... sí, ahí están. He echo algo malo? una infinidad de imágenes me corren por la cabeza, sí he echo muuuchas cosas malas, pero no para que me persigan hasta aquí!!!! Miro al frente y con paso decidido cruzo por su lado, parece que ni me miran, yo a ellos sí, de reojo. Un momento, qué lleva el picoleto en la mano junto al tricornio? Acaso no es una cámara de fotos? Y el compañero, eso que mueve bajo el bigote no es acaso un cigarrillo? Joder! están de visita, son turistas ecológicos ( por lo del uniforme). Suspiro de alivio y me auto-transformo en un japonés: sin abrir la boca (para no delatar mi procedencia) empiezo a sacarles fotos a mansalva aunque no consigo que les moleste, ni se inmutan. Bueno, ahí os quedáis maderos, ni cabrearme quiero así que ni se me pasa por la cabeza que yo, y que todos vosotros, estamos pagándole las vacances a los maderos.
Sin más sobresaltos me dedico a disfrutar de la vida Colonial, puesta de Sol sobre el Mar de Plata, cervezas compartidas con músicos callejeros, cena con tango-jazz y a dormir en una mullida cama... con el aire acondicionado puesto!!

viernes, 23 de marzo de 2007

Fin de la Patagonia

Ushuaia ha echo un esfuerzo de marketing increíble para ser mundialmente reconocida como la ciudad "del fin del mundo", gracias a su asentamiento al Sur de la Tierra del Fuego lo que la sitúa en el extremo más austral accesible por carretera en todo el mundo. Sus 70.000 habitantes y miles de turistas borran desde el principio cualquier ilusión de sentirse en el fin del mundo y sólo los que pagan los carísimos cruceros a la antártica que parten desde el puerto disfrutan de ese privilegio.
Aún así su pletórica ubicación ante el canal Beagle y rodeado de montañas nevadas y algún glaciar colgante, hace que el viaje valga bien la pena.
Al ser el fin de la carretera sólo quedan dos alternativas al ciclista: o te vuelves por donde viniste o coges un transporte alternativo ( aunque también hay muchos, ciclistas y no ciclistas, que se quedan por un buen tiempo). Estaba yo colgado en el Cerro Guanaco, el que ofrece mejores vistas sobre el canal Beagle pensando en la posibilidad más adecuada para ir hacia el norte, llego a la ciudad y por curiosidad entro en una agencia de viajes a ver cuánto cuesta un avión a Buenos Aires. Son las 2 de la tarde. Empaqueto bici y equipaje y a las tres de la madrugada aterrizo en Buenos Aires, me roban la cartera, la recupero en 20 minutos ( se llevaron 20 pesos, unos 3 euros...miserables!), salgo a pedalear ante un amanecer apoteósico sobre el mar de plata, un ratito de barco y llego a Colonia del Sacramento, Uruguay. En menos de 24h he pasado de estar a mil metros, con nieve y un grado bajo zero en el último rincón de la Patagonia a pasear bajo sol de justicia por la maravillosa ciudadela de Colonia ( patrimonio de la UNESCO), y eso pasando por una de las mayores capitales del planeta y sin plan anterior. Bien.
Así acabó la primera etapa de mi excursión, adiós a la Patagonia que recorrí durante 14 semanas, adiós al frío, al viento, al rumbo Sud, a los glaciares, a la particular idiosincrasia del patagón. Fueron casi 4.000 km pedaleados, algunos cientos en bus y algunas millas marinas en barco, conocí y me gustó, mucho, esa tierra.
Como buen previsor dejé cosas por ver; qué mejor excusa para volver algún día.
Ahora toca conocer Uruguay, país poco visitado, de él dicen que no tiene nada extraordinario. Precisamente para desmentir el tópico recorreré su costa de este a oeste ( para eso y para ir a la playa, claro!)

martes, 13 de marzo de 2007

By public demand...fotos de la Patagonia!






Tierra del Fuego Chilena

Por fin puse el pie en Tierra del Fuego tras tres meses de pedalear rumbo Sur, por fin llegué a tan mítica isla. Los que en ella habitan hablan tanto de la dureza de su clima como de la belleza de sus paisajes. Los que la visitamos disfrutamos de su grandísima generosidad y hospitalidad como un regalo aún mayor que el que la naturaleza brindó a este austral territorio; uno entra a una estancia a pedir agua y sale con un pan de kilo bajo el brazo, en la siguiente le sientan a uno frente a un enorme plato de comida, paro a saludar a la policía y me obsequian con un salmón de kilo y medio y así día a día, comidas, desayunos, cenas, camas... todo a cambio de compartir un café y unas simples historias viajeras.
La última parte de mi recorrido por la parte chilena no tiene desperdicio, los militares están construyendo una nueva carretera pero sus progresos parecen secreto de estado: nadie sabe hasta dónde llega y todos dicen que no se deja pasar a nadie... evidentemente para allá voy, una mentira piadosa en el control a un militar inocentón y paso. Son 100 km. casi vírgenes, grandísimos paisajes y casi ni un alma sólo cientos de guanacos , una cincuentena de militares y un único poblador ( Don Germán ) con una historia alucinante.

Mi plan es llegar al fin del camino construído y continuar a pie por el margen del lago Fagnano y de su desague, el río Azopardo, hasta el Océano, y lo cumplo. Para empezar la caminata he de esperar a que vuelen un enorme pedazo de roca bajo supervisión de los mandos venidos de la capital que también quieren conocer al intrépido (?) ciclista, el primero en recorrer ese tramo y dejar la bici bajo la custodia del ejército, ellos me informan de la existencia de otro campamento militar en la playa que quiero visitar, con un sólo pero, para llegar a él hay que cruzar el río y sólo existe una rudimentaria balsa. Pateo, me encuentro con los militares ( 2) que llevan 27 días en el campamento sin ver una alma, me acojen con té calentito, cena, cama, conversa, desayuno y todo lo pozible.
Curiosamente es su último día allá, les toca relevo y haremos el regreso juntos. Cruzamos de nuevo con balsa y ayudamos a los "nuevos" a cruzar ( foto) en el momento de máxima corriente y parece por momentos que acabaremos todos en el agua aunque no se cumplen mis temores. Andamos en pelotón ( los dos militares que estaban en el campamento más un enfermero y un teniente que acompañaron al relevo) aunque los he de esperar después de cada subida ( entrenamiento ciclista, jaja), nos agarra una tormenta de cuidado y hemos de ser rescatados en zodiac por el lago. La zodiac es de don Germán que me recibe empapado y tras la consabida invitación a papeo y cama me explica y muestra el proceso de construir una estancia durante 20 años acarreando todo el material en cabalgatas de tres días. Impresionante.
Adoro esta tierra del fuego, sus gentes y sus historias. Veré y os contaré que tal en la parte argentina, a priori mucho más turística.