martes, 22 de enero de 2008

Bogotá

Tenía verdadero afán por conocer Colombia, por recorrer sus carreteras y conversar con sus gentes, uno que leyó y escuchó bastante acerca de los países latino americanos no sabe en qué momento o a raíz de qué comentario pasó Colombia a encabezar la lista de destinos deseados; Puede que sea el echo de que unos hablan muy mal de ella ( no hace falta repetir lo que los gobiernos se cansan de hacer acerca de la situación del país) y otros sólo hablan maravillas, y entre el blanco y el negro uno tiene ganas de conocer el verdadero matiz de gris que debe ser Colombia.


La catedral, con Montserrate en la montañita a la izquierda


Digo que debe ser porque de momento sólo conocí la parte buena, y que así siga. Tras conseguir asiento en una avioneta a hélices, sobre volé la selva colombiana con destino a la capital, Bogotá. Una megápolis de cerca de 8 millones de habitantes, con todo lo bueno y malo que comporta estar en una gran ciudad ( séptima capital de mi periplo) pero con algunos detalles ( de los buenos) que le dan un aire distinguido.

Para un ciclista ( ejem...) en tránsito, no hay mayor alegría que llegar a casa de un amigo, aunque ni siquiera se conozcan y a priori sólo compartan la afición a los viajes en bici; es así como Francisco me acoge en su casa y se convierte en mi guía Bogotano, aún y ser chileno...




No sólo se bebe café en Colombia...con Alejo, Francisco y Adriana


Todo un placer poder disfrutar de una cocina y de un supermercado bien surtido cerca de casa, se acabó por unos días la dieta de arroz blanco que tanto aborrecí en Bolivia y Perú, hora de preparar algunos manjares, deleitarse con unos quesos azules ( cúanto hacía que no comía eso?), unos buenos trozos de carne y probar las deliciosas arepas, especialidad local.


El sábado tarde es momento de pasear, de acercarse al barrio de la Candelaria, el núcleo antiguo pero modernamente bohemio, salpicado de cafés ( qué decir del café colombiano...delicious!) plazoletas y gente joven. Una de sus mejores atracciones son los cuenteros o cuentacuentos; aprovechando las escaleras de una pequeña iglesia en el Chorro de Quevedo ( la plazoleta más concurrida) se crea un teatro callejero y el buen hacer de los cuenteros y las historias de Edgar Allan Poe, Julio Cortázar o Galliano provocan una atmósfera de magia y leyenda ideal para abrir el apetito para las birras y cenas, imperiosas de cualquier sábado noche. Y es que la culturilla y el ambiente universitario impregna la ciudad, posee maravillosas bibliotecas y un montón de cine clubs así como algunas muestras interesantes de arquitectura, tanto colonial como moderna.

El teatro al aire libre del Chorro Quevedo; tan interesante cómo divertido

Y por lo que comentan la ciudad ha cambiado mucho en los últimos años, en seguridad , movilidad y planificación urbanística y aunque no es todavía un destino turístico en sí, es una ciudad bien interesante de conocer para los que están de paso.
Fue en Bogotá también dónde encontré el primer "patrocinador" del viaje, el grupo de tiendas para ciclismo Welcome, que me hicieron una revisión de la burra y cambiaron alguna cosilla suelta. Lo mejor de ello es que me ofrecieron la oportunidad de dar alguna "charla" durante mi recorrido por el país para explicar un poco que es eso de viajar en bici, a ver si poco a poco se apunta más gente a esto.
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Con Rodrigo y Francisco en la tienda Welcome de Bogotá



El palacio de justicia, un buen ejemplo del buen hacer arquitectónico

De la ciudad en sí no puedo obviar lo que pasa en sus principales arterias durante los domingos; momento para dejar los coches en el garaje y tomar la ciudad con las bicicletas, a pie o en patines. Nada más y nada menos que un millón de Bogotanos salen cada domingo a rodar por sus calles, cerradas al tráfico desde hace más de 20 años, todo un ejemplo del amor que profesa este país a la bicicleta. Increíble cascarse más de 60 kilómetros sin salir de la ciudad, compartiendo recorrido con Francisco y algunos nuevos amigos ( Rodolfo, José Luis y Miguel) y asistiendo a una muestra de la legendaria hospitalidad del colombiano, arribamos con la bici, casi sin avisar, a casa de Esmeralda para un almuerzo deluxe.


El mercado de las pulgas se expande por doquier sobre las calles

Y el domingo no es sólo para los ciclistas, hay lugar para todos; fascinante el mercado de las pulgas, un mercadillo popular y callejero dónde uno puede encontrar unas combinaciones espectaculares, un mismo tipo vende Ipod´s, vinilos y Walkmans pero su negocio no es sólo musical, tiene alguna plancha, algo de ropa vieja y un sinfín de cosas que uno no puede identificar. Muy interesante y divertido.



Otro ejemplo de la arquitectura colonial bogotana


En fin , me queda una grata impresión de la ciudad y de sus gentes, preparado ya para partir a conocer los rincones de esta Colombia que anhelaba y que ya empiezo a conocer y estimar.


Aprovechar este espacio para agradecer a todos los que hicieron mi estancia en Bogotá tan agradable: Adriana, Alejo, Jose Luis, Miguel, Rodolfo, Esmeralda y en especail a mi anfitrión y amigo Francisco, suerte en la ruta y hasta pronto!

jueves, 17 de enero de 2008

Rostros del Peru

Algunos de los rostros encontrados en el Peru, gente del altiplano, de la ciudad, de la selva, algun gringo por ahí tambien...




Lucho, maestro en Iquitos





Gloria, hija de Lucho




Chiquilla del barco Carlos Antonio, de Iquitos a Leticia



Adelen y Linda, Porteña y Iquiteña observando la puesta de Sol en el Henry V




Messier Paris Golott, Chileno po




Serie del mercado de navidad en la plaza de Cusco:




A la espalda de la mamita, sistema tradicional altiplánico para llevar a los niños




























El Sr. Martínez Soria de paseo por Cusco

Rostro curtido por el frío y el Sol altiplánico, Cusco


Adeline, Mama Noel, en la plaza de Cusco. 25 de Desembre fum, fum, fum


Los niños en muchos casos son mas despiertos que las mamitas...

Difícil encontrar una mujer sin sombrero, de todos los colores y formas



Oteando el mundo desde la espalda de su mamá



Despertando de la siestecita en plena calle



Los hay que siempre serán serios...






Mira al barbudo tras la cámara... y sonríe mujer!!



Preparando la que sera nuestra comida pre-navidad



Resoplando ante la dureza de la vida...




Así representan el Belén, con un toque bien andino



La camiseta lo dice todo




Cuatro miembros de la familia Crispin con sus mejores galas. Ausangate trek












Y eso es todo amigos...
Un relato que en su día no vió la luz ( cosas de internet) acerca de las comilonas que me metía en la Patagonia, en la época en que andaba en bici... leer

sábado, 12 de enero de 2008

El Amazonas

La vegetacion al margen del rio es exuberante pero no colma las expectativas que se tienen del amazonas. Para ver arboles gigantes, lianas y serpientes hay que adentrarse bien en la jungla...


Tras el "cuelge" de casi mes y medio en Cusco otra vez sin tocar bici no quedaba más remedio que hacer un avance "a lo bestia", usea sin pedalear, porque si sigo con este ritmo y pretendo hacerlo todo en bici se me blanqueará la barba durante el viaje...y no es plan. Así que con esa excusa y la siempre buena de conocer lugares tan evocadores como la cuenca Amazónica, me he montado un recorrido avión-barco-avión que le quita épica al asunto pero le da unos bríos quilométricos de aúpa. Así que en menos de 15 días hago un recorrido Cusco ( Perú) - Bogotá ( Colombia) aderezado por unas jornadas de periplo fluvial amazónico.

Como véis siempre hay una vocecita de consciencia ciclista que hay que acallar con chavacanos argumentos, aquí vine a pedalear y en muchas ocasiones me lo estoy pasando por el folre, para que engañarnos, no? Pero mi motivación principal en este viaje no era la de convertirme en un machaca de la ruta ( algo que nunca fuí, nunca seré) sino la de conocer lugares y gentes y uno de los lugares y gentes que más ganas tenía de visitar era el binomio Colombia/colombianos y coincidiendo con el amor "controlado" por el Perú/peruanos pues eso, vuelo y manta y barca y manta, y la tan anhelada llegada a Colombia ya está aquí.


Comida callejera pre-navidad Cusqueña, con los atuendos papanoelescos. Por una vez no nos llamaban gringos por las calles... Grant, Felipe y Adeline

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Tras unas navidades de leyenda con todolopozible ( amigos, manjares, privas...) para un viajero alejado de família y hogar, tocaba tomar una decisión rotunda, el grupillo Cusco estaba planeando ya la farra de fin de año y ella tenía visos de alargarse hasta el infinito ( Carnaval en Cusco, Semana Santa en Cusco...) así que agencia de viajes y si un día amanezco en la capital inca, a más de 3000 metros sobre el nivel del mar ( y su consiguiente clima) al mediodía aterrizo en Pucallpa, primer puerto navegable de la cuenca Amazónica ( por el río Ucayali), 30º para arriba y ese relajo ambiental y en la gente que se da en los lugares tropicales, como si estuviera de nuevo en el Beni (Bolivia) o en Venezuela...

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Sequencia de un atardecer sobre el rio Ucayali


Uno de esos lugares en que la jornada parece extingirse al mediodía para invernación colectiva ( estivación???), todos bajo el ventilador ( que suena como un helicóptero y no enfría un carajo) y a esperar que el asunto refresque un tanto, momento idóneo para pasear frente al río, ver la puesta de sol y sentarse a la fresca de unos 30 y pico bien llevaderos para tomar la cena; y poco más la verdad, hacer algunas compras, probar las mil frutas que ofrece la selva y mirar la televisión por cable como si fuera el más reciente de los descubrimientos.

Y así hasta fin de año, esperando a unos amigos que nunca llegaron porque ya habían pasado de largo... a pesar de la soledad fue curioso ver la enorme borrachera que pasean los locales mucho antes de la media noche, la costumbre de quemar muñecos para eliminar todo lo malo del año que acaba y el imparable bombardeo de petardos que grandes y chicos comparten con igual pasión, todo eso con un fondo musical de "cumbia amazónica" a máximo volumen; o sea mucho ruido, muchos gritos y el guiri a la cama a las doce y media.

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La chimenea del Henry V
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Qué mejor manera de empezar el año que poner los pies en un barco amazónico, la lancha "Henry V" nos iba a llevar de Pucallpa a Iquitos, 1000 kilómetros río abajo. Para que os hagáis una idea de cómo es viajar en un trasto de estos deciros que lo que aquí llaman lanchas son realmente unos barcos grandotes, con sus tres pisos más sala de máquinas pero en su interior no hay prácticamente nada de nada: una cocina, quatro baños y lo demás todo despejadito; pá qué? para el equipaje, claro, que se expande por todos lados, en cada rincón y en cada milímetro, desde ropas personales hasta gallinas pasando por casi todo lo digno de ser transportado, eso sí los chanchos y las vacas ( que haberlos haylos) van a parte, al ladito de la sala de máquinas.
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Los atardeceres son uno de los grandes atractivos del recorrido
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No así los miles de litros de gasofa que van "por ahí", normalmente cerca de algún fumador empedernido un poquito inconsciente. Y dónde dices que se duerme si la travesía dura 4 días y está todo lleno de trastos? pues encima, todos colgados, que para eso se inventaron las hamacas.
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Algunas navegantes amazonicas

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Fue seguro en un lugar como éste dónde algún iluminado definió el término "intimidad", claro está que uno sólo piensa en algo tan abstracto y tan cotidiano cuando está totalmente privado de ella. A menos de 0 centímetros, o sea casi encima y por cada lado hay otros hamaqueros que, aprovechando el espacio, tienen todavía huevos de mecerse en la hamaca y uno que es un primo - porque no hay otra definición posible- se coloca al lado de un niño "ya que ocupa menos el garçon, habrá más espacio" pienso, sin contar que un niño metido 100 horas en una hamaca tiene energía para agotar mil paciencias, vaya que si la tiene...

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Parada y fonda: en un pequeño puerto nos proveen de cena fresca

El listado de actividades a realizar en el crucero es bastante limitado, por espacio y movilidad; suele reducirse a la vida social : dónde vas, de dónde vienes, y después una infinidad de temas que me dejan, una vez sí otra también con la boca abierta. Para daros una pequeña muestra un tipo me pregunta, casi a bocajarro después de un minuto de conversa superflua si conozco al anticristo, un tipo alemán que anuncia el fin del mundo y se considera la representación mortal del diablo; un loco le digo yo, pero nanay, según él el tipo tiene incluso una página web y alla lo explica todo, no es un cualquiera... otro me pregunta mi opinión como quien no quiere la cosa, sobre los judíos, porque a él noseque cosa le explicaron y está yendo a una comunidad de israelis-judíos-peruanos en el Amazonas para encontrar el buen camino en la vida, "y como tu llevas esa barba pensaba que al igual sabías algo de eso..."; para flipar y me dejo en el tintero algunas salidas mu buenas de la peña, que realmente estamos todos muy mal ( lo que debían pensar del tipo que anda con una bici en un barco, no?).
Resumiré porqué esos 4 días más otros cuatro que me llevaron de Iquitos a Leticia, ya en Colombia fueron paupérrimos en actividad pero riquísimos en anécdotas y en atardeceres y amaneceres guapos guapos.

En el segundo barco, cuando el panorama hamaquil estaba ya despejado por tromba de agua

Ya en Leticia, Colombia y cuando solo faltaba lo más fácil tomar el avión para Bogotá resulta que no hay hoy, ni mañana ni pasado, así que paciencia, toca quedarse un ratito más en la selva; y de veras que no me importa demasiado...