lunes, 31 de marzo de 2008

Pedaleando Colombia: de Ipiales a Popayán

De nuevo en Colombia tenía una cita en Pasto, a sólo 90 km. de Ipiales, la ciudad frontera con Ecuador. Por las prisas ( y por vagancia, claro) no visité el Santuario de las Lajas, de gran fama por estar construída dentro de una quebrada, otra vez será.


Pedaleando por la Panamericana, la carretera más larga del mundo...

En Pasto me espraban Ana y Felipe con quienes había compartido risas, caminatas y visitas en Cusco y Quito ( ah! y un montón de comilonas, claro...) y Carlos y su familia, otra de las ya famosas casas de ciclistas. Tras unas horas de Panamericana y una buena subida ( de esas de 30 km., de las que hacen afición) llego a este oasis del descanso ciclístico que es la casa de Carlos.

Y es que el man no sólo nos brindó posada a nosotros y a otros ciclistas que por ahí pasaron, se está arreglando el garage para que los ciclistas tengamos habitación propia, con neverita y todo, un lujo de trato el suyo y el de su esposa e hijas.

Con Ana y Felipe paseamos por Pasto y probamos todos los manjares probables antes de ir a visitar la laguna de la Cocha, un lugar de esos con algo especial.





Felipe y Carlos embarcando

Una de las particularidades de la Cocha ( también conocida como Laguna Guámez) es la pequeña isla de la Corota, tan pequeña que es una ( siemre se dice que la más...) de las menores reservas mundiales de la Biosfera, en lo práctico un islote chiquito que se recorre en diez minutos cargado de flora ( con algunos árboles endémicos) situado en un lugar de ensueño. Un paseo muy bonito y muy recomendable, sobretodo si se remata con alguna de las delicias que se venden en el puerto.


La laguna de la Cocha es un auténtico remanso de paz

Tras despedir a Carlos y familia tocaba seguir con el pedaleo, esta vez acompañado de Ana y Felipe que tras tanto encuentro " de civil" ya dudaban que yo fuera ciclista... La verdad es que comartimos una ruta bien hermosa pero también durilla, difícil encontrar algún llanecito por estos lares, sube tres o cuatro horas, baja en media hora y así dele y dele.

Como siempre es muy fácil viajar en Colombia, la primera noche nos acogieron en un "parador" de fin de semana, con piscinita y todo. Pero claro, yo sin carpa, a mitad de la noche se pone a llover y el primo que dormía en hamaca de pie en un salto y a buscar un techillo, saco al suelo y a seguir soñando.



Ana y Felipe transitan por los bellos paisajes colombianos

Viajar con Ana ( que es Colombiana!) y con Felipe ( suizo aunque ya había estado por aquí) permite conocer otra cara de Colombia, cómo era el país hace unos años. Historias increíbles para un gironí de violencia las había ya escuchado, pero nadie habla de la inflación en los productos básicos o del montón de desplazados que está creando el conflicto gobierno-paramilitares-guerrilla.

Después de avanzar por valles y montañas llegamos una tarde a Piedra Sentada dónde tras visitar desde el profe hasta la policía, nos ofrecen un salón municipal como alcoba de cortesía; lo que no sabíamos es que compartiriamos espacio con un lugareño que nos deleitó con un "concierto bajo la ducha" y desfile con toalla; muy interesante. Más chocante para mi fue la multitud de pintadas a favor de la guerrilla, en contra del beatificado presidente colombiano y los comentrios de los habitantes acerca del asunto, se iba revelando otra Colombia, la que no sale en la tele oficialista.



Muy verde el transcurso por el Sur Colombiano

Tras más subidas y bajadas llegamos a Popayán, una ciudad colonial preciosa, famosa por sus celebraciones de Semana Santa, vaya a mi paso estaban acicalándola toda para el evento. Pero lo bueno de Popayán no fueron los paseos por la ciudad sino el recibimiento que nos brindó la familia de Ana, sin palabras! Me recibieron como a uno más de la familia, la abuela me llenó hasta los topes de Tamales y Sancocho, les cocinamos unas crepes con Nutella, nos fuímos a las termales de Coconuco ( Agua Hirviendo) y lo pasamos muy muy rico.

Lo mejor del viaje son siempre los encuentros y lo peor son las despedidas y huyendo del riesgo de acabar bien cebado e imposibilitado para la bici ( algo que quizá le pasó a Felipe...) me despedí de los ciclistas ( hasta la próxima en Suiza) y de la família de Popayán ( de la que colgaré fotos en cuanto me lleguen); no en vano me esperaban más kilómetros y una nueva cita con un viejo amigo.

martes, 18 de marzo de 2008

Desde Quito, vuelta a Colombia

Tras una velada con los Bossa´n ´Stones muy fina, no tocaba otra que volver a la burra para regresar a la ya amada Colombia, esta vez intentando rebasar la linea ecuatorial de forma más permanente ( voy a establecerme por un tiempo en este hemisferio norteño, de nuevo) y consciente, porque del anterior cruce en bici ni me enteré.



Paisaje ecuatoriano, mucho verde y bellos volcanes

Para tal empeño tomé la carretera que pasa por Cayambe dónde el señor Cristóbal Cobos, astrónomo, ha tenido a bien disponer a todos con un monumento representativo de lo que es la linea divisoria de hemisferios, de nombre Quitsato.


Sobre la linea del ecuador

El lugar está bien interesante, es una representación ( más o menos a escala) de lo que viene a ser el planeta tierra, con el ecuador en el centro ( claro) y con las lineas de los trópicos y de los círculos polares echas con piedras blancas, así el monumento puede ser apreciado y comprendido desde el aire; sobre la linea del Ecuador se pueden hacer las típicas bromas del ahora hemisferio norte, ahora hemisferio sur ( de esas que Homer podría repetir un millón de veces) o perfomances más artísticas como la sugerida de un tipo comiendo en el hemisferio norte al tiempo que "caga" sobre el sur ( sugerida por mi pero todavía no interpretada, que yo sepa...).

La representación ( la de las lineas y piedras, no la otra) es un calendario solar que indica equinoccios y solsticios, y en el pirulo este naranja que podéis apreciar en la foto hay un espejo que recibe la luz solar sólo durante dos segundos al año, un segundo en cada equinoccio cuando el sol pasa totalmente perpendicular a la tierra y a una velocidad de 1.700 km/h ( no hará falta decir que lo que gira no es el Sol, no?), notar por ejemplo que, a Catalunya, en el equinocio la sombra del sol se mueve a "sólo" 900 km/h y la velocidad teórica en los polos es cero.

Por eso es que aquí la noche "cae a plomo" y del: "uhm, empieza la puesta de sol" al " ya no se ve un carajo" no pasa demasiado tiempo ( nota para el que vaya por ahí con una bici y no se decida a acampar acá o allá...).

A mi que lo que me cuesta es levantarme y seguramente por eso me perdí un encuentro bien interesante, resulta que Mr. Heinz Stucke andaba por estos lares; qué quien es ese? pues ni más ni menos que el gurú en esto de los viajes en bicicleta, vaya que el hombre a sus 68 años lleva 46 dando vueltas al mundo en bici, mis amigos Ana y Felipe sí lo encontraron y es todo un personaje; otra vez será.

Así entré de nuevo en Colombia, ahora para quedarme más ratito, recorrer su carretera Panamericana de Sur a Norte ( aunque después se cambian planes, claro) y llegar al mar del Caribe, que suena muy bien...










Frontera cerca de Ipiales